miércoles, 4 de marzo de 2009

Jugando a polis y cacos

Caminaba demasiado rápido. Pero nadie le dio importancia. Yo decidí seguirle. El resto del mundo parecía ir a contracorriente, como si el juego de polis y cacos no tuviera nada que ver con ellos. Fue en ese instante cuando recordé una frase que había leído: “Sólo los peces muertos siguen la corriente, yo prefiero ser un salmón”.
Sí, él era un salmón.

Le seguí calle abajo y se me grabó en la mente su cara. Fue un momento fugaz. Tan sólo un segundo. Se paró conscientemente y giró la cabeza. Me miró divertido y continuó la huída.
Para cuando reaccioné ya era tarde. Le perdí de vista. Él contaba con cuatro patas; yo, tan sólo con dos.

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