domingo, 8 de febrero de 2009

Mi momento y mi fecha


No hay nada como probarse a uno mismo hasta dónde puede llegar y dar un vuelco a las expectativas. Vencer los límites, reescribirlos de nuevo y echarle en cara al destino que no hay providencia creada para ti.

Mi padre me dijo una vez, con una de esas miradas que se te clavan en el alma, que no hay talento sin esfuerzo. Perdí años criticando a aquellos que sí gozaban de aquella lucidez cuando ni siquiera eran dignos de merecerla, hasta que un día me reflejé en el espejo y al enfrentar mirada contra mirada una oleada de realidad desplumó mi pequeño mundo idealizado. Aprendí que lo único que te define es el sudor que te empapa tras un largo trayecto, las arrugas en la frente que tantos recuerdos hospedan o la fragilidad de una sencilla lágrima.

En esta vida no hay nada tan grande como mirar atrás y darte cuenta de que has obtenido aquello que anhelabas a base de compromiso y constancia. Y a pesar de que nadie lo aprecie, tu corazón queda marcado con una fecha y un momento que llenaron de gozo tu vida y que revives en tu memoria cada vez que sobresale de tus labios una leve sonrisilla.
Yo tengo mi momento y mi fecha, pero los tesoros se guardan con llave, ¿verdad?